Innovadores en política, ¿acaso eso existe? ¿es posible ser innovador en un contexto complejo y con altos niveles de inercia?
En política, quizás el mayor temor de los ciudadanos es la pérdida o mal uso de los recursos de todos; sin embargo, si lo que buscamos es promover una política innovadora y una nueva forma de hacer las cosas, debemos estar dispuestos a que políticos apuesten los recursos públicos en soluciones y tecnologías nuevas, que por tener un componente de innovación, no siempre son apuestas seguras. En este sentido, no sólo se trata de exigirle a los políticos una nueva forma de abordar la política con perfiles que arriesguen más, sino además, de que nosotros, como ciudadanos y usuarios, demos el espacio para la prueba y el aprendizaje, y comprendamos que las soluciones innovadoras conllevan procesos de prueba y experimentación, para errar temprano y barato. Si como ciudadanos cultivamos la paciencia, y dejamos que el proceso innovador tenga una natural evolución, las fases de prototipado y experimentación permitirán convertir las ideas en soluciones efectivas ya probadas, mediantes fases tempranas de testeo y validación.
La invitación es clara; en un proceso constituyente y en una carrera política como la de hoy, depende de nosotros promover figuras políticas que apuesten sus recursos en soluciones diferenciadoras y en nuevas tecnologías, y que encarnen una cultura del prototipado; que no teman estar permanentemente testeando y piloteando soluciones de baja escala y a bajo costo, para que en la eventualidad de ser útiles y efectivas, puedan escalarse. A su vez, nosotros, como ciudadanos, debemos dejar de temer por lo que puede salir mal, y empezar a entusiasmarnos con lo que puede salir bien.
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